sábado, 28 de julio de 2012

Israel, siglo XXI. Tradición y vanguardia

LIBROS
El extraordinario Israel, reciente y actual

La editorial coruñesa Netbiblo acaba de editar un interesante libro de autoría colectiva, en el que se hace una amplia radiografía del Estado de Israel, desde su creación hasta la entronización de Tel Aviv como ciudad modernísima y refugio privilegiado de los colectivos de gays y lesbianas. La publicación, en la que intervienen dieciocho autores españoles e israelíes en su mayoría, ha aprovechado el aniversario de los 25 años del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Madrid y Jerusalém, para ofrecer a los lectores hispanohablantes un visión caleidoscópica de Israel, prácticamente imposible de obtener a través de las sesgadas imágenes que a diario difunden los medios de comunicación.

El volumen, escrito de forma amena y rigurosa por investigadores, docentes universitarios, periodistas, arquitectos o diplomáticos como Alejandro Baer, José Antonio Lisbona, Natan Lerner, Herzl Inbar, Pilar Rahola, Rosa Moro, Esther Bendahan u Horacio Vázquez Rial, aborda la antigüedad bíblica, los balbuceos del Estado o la Shoáh, pero también analiza las instituciones democráticas del país, su pluralismos social y multicultural, su implicación ejemplar en la cooperación internacional, su llamativo –por elevadísimo- desarrollo técnico y científico, o sus aportaciones arquitectónicas y culturales…

A lo largo de casi 300 páginas, en las que se incluyen casi una treintena de fotos de Tzipi Litvak, se desgranan con objetividad –y muchas veces con espíritu crítico- cuestiones tan espinosas como el conflicto con los palestinos, el antisemitismo, las relaciones con España o el papel de los haredim, así como aspectos tan novedosos cuales son el constitucionalismo sin Carta Magna del país hebreo, el milagro de pasar de una tierra desértica a una sociedad líder en conocimiento y en I+D, las particularidades del cine, la literatura y el cómic en el Pueblo del  Libro, o la revolución de haber convertido a su ciudad más antigua en la capital, no del país, como quieren los periódicos españoles, sino del mediterranean cool.

Un trabajo colectivo, en suma, cuya lectura es digna de ser recomendada.

Ficha técnica
Título: “Israel, siglo XXI. Tradición y vanguardia”
Coordinadores: Alfredo Hidalgo Lavié y Jacqueline Tobiass
Editorial: Netbiblo (A Coruña)

domingo, 8 de julio de 2012

Cómo cocinar a un gilipollas


Por Miguel Boó

Primero se coge por los pelos una imagen –mejor en 3D que en póster- de Javier Krahe. Bueno, como no tiene muchos (los de la barba deben desecharse al carecer de valor culinario), habría que asirlo por otro apéndice o agarradera. Y no valen las neuronas porque se sospecha que tiene pocas (no sólo su avatar, sino él mismo). Como queda dicho, las pilosidades del mentón y alrededores se mechan, gratinan o churruscan al gusto, ya que no son de utilidad.

En una paellera, con cama de pétalos de dedalera, se coloca cuarto y mitad de la vianda que hemos elegido –prescindiendo del resto-, se le agregan a modo de guarnición fétidas bayas de mandrágora, un dedal de curare disuelto al 5%, unas gotas de quinina y un chorrito de burundanga en líquido.

Una vez hayamos aliñado de la forma descrita, el teleñeco de este principito valiente, se le lee la sharia, se le hace un juicio sumarísimo, y se le imputan las mismas propiedades o méritos gastronómicos que él -porque el cerebro no le daba para más- le otorgó al Cristo que luego cocinó con la intención de molestar a los pacíficos cristianos. Molestia que alcanzó a quienes, aunque no somos practicantes, no nos queremos quedar callados ante la estulticia, el insulto gratuito y, lo que es peor, la cobardía de estos pijo-progres, nietos de Franco, que sólo disparan a las mujeres, a los viejos y a los niños.

Querido mandrágora, sé coherente con tu arte, con tu vena imaginativa, con tu creatividad, con tu I+D+i en materia de cultura, y escribe ya mismo una obra de teatro que se titule “Me cago en Alá” o “Mahoma era un pederasta y un sanguinario asesino”. Y ten la gallardía de estrenarla en Irán, en Arabia Saudí, o en Gaza mismamente. No tengas miedo muchachote, no te me vengas abajo. ¿Qué te puede pasar? En el peor de los casos te harían un juicio justo y después te ahorcarían –como en Río Bravo, de Chévere- pero, eso sí, todos nos manifestaríamos en tu favor, aunque por desgracia, es seguro que ninguno de tus amigos organizaría una flotilla de la libertad para salvarte.

Naturalmente, como además de un gilipollas hablamos de un cobarde, hay que reparar en que para su receta culinaria eligió, como hacían los grandullones en la escuela, golear a los más pequeños. Por eso no hay caso de que ninguno de los presagios enumerados más arriba le vaya a suceder realmente. Un final en la horca le sobrevendría muy probablemente –y por muy gilipollas que sea, obviamente no se lo merece- si hubiese tenido los huevos y la ocurrencia de filmar un algo tan imaginativo como cocinar a Alá o a su profeta Mahoma. Y, claro, si hubiese sido tan respetuoso con el Islam como lo ha sido con los cristianos, a estas horas, la cabeza de este gilipollas tendría mucho menos precio aún que el que los islamistas le pusieron a Salmar Rushdie o al periodista danés Flemming Rose, amenazado de muerte por publicar las viñetas de Mahoma.

Nuestro héroe tiene la suerte de vivir en un país donde aunque el artículo 525 del Código Penal tipifica como delito la "ofensa a los sentimientos religiosos de los miembros de una confesión religiosa" y el "escarnio de dogmas, creencias o ritos", sobre el papel eso quiere decir que puedes estrenar una obra de teatro que se llame “Me cago en dios”, cocinar un Cristo o estrenar películas que se ocupen de la vida sexual de la Virgen María, sin que pase nada. El rasero no sería el mismo si sustituimos Dios por Ala o Cristo por Mahoma (1). El pobre Flemming Rose –citado más arriba- llegó a explicar que un cómico de su país le había confesado que no tendría ningún problema en orinar sobre la Biblia delante de una cámara, pero que no se atrevía a hacer lo mismo con el Koran. De hecho, al mencionado informador nórdico, redactor jefe del Jyllands-Posten, primero lo mandaron de vacaciones y después tuvo que abandonar su propio país en medio de una presión internacional en la que hasta Zapatero de permitió el lujo de decirle que se había pasado. Por descontado que si Krahe se hubiera tomado la licencia de cocinar un ejemplar del Koran, el risueño expresidente también le hubiera llamado la atención.

Pero, hagamos memoria. Las caricaturas de Mahoma –un juego de niños si lo comparamos con lo que habría sucedido si Flemming hubiera metido una imagen de Mahoma en un horno- se publicaron el 30 de septiembre de 2005. Diez paises musulmanes y el representante de Palestina hicieron un llamamiento a boicotear los productos de Dinamarca y Noruega. La llama prendió y durante meses se sucedieron la protestas y las amenazas, entre ellas las de la Yihad Islamica de Gaza. En enero de 2006 tuvieron que evacuar la revista Jyllands-Posten por una amenaza de bomba. El periódico pidió disculpas a los musulmanes (2). En febrero de 2006, el director de France Soir, que se había sumado a los daneses publicando las viñetas, es despedido; mientras varios grupos armados palestinos lanzan amenazas contra ciudadanos de Francia, Dinamarca y Noruega. Al dia siguiente los gobiernos de USA y Reino Unido tildaron la publicación de las caricaturas como de un “inaceptable incentivo del odio religioso”. Y un día después, cientos de manifestantes ocuparon la embajada danesa en Damasco, capital en la que horas después se atacarían las sedes diplomáticas de Suecia y Chile. El 5 de febrero miles de manifestantes irrumpieron en el consulado de Dinamarca en Beirut. Y solo un día más tarde es cuando nuestro entonces bienamado presidente Zapatero y su socio en la flower-power Alianza de Civilizaciones, el primer ministro turco Erdogan, publicaron un articulo en la prensa europea en el que rechazaban las viñetas desde el punto de vista moral y político. Desde ese día y hasta el 11 de ese mes, se produjeron hasta 14 muertos en disturbios relacionados con las viñetas. El más llamativo, el asesinato de un sacerdote católico italiano a manos de un adolescente turco. Mientras, miles de personas se congregaron en las principales ciudades europeas para expresar su rechazo a la publicación de las caricaturas. En Londres, con su alcalde al frente.

Vamos, lo mismo que en el caso del cocinero gilipollas español.

Y eso que todo el mundo –seguro que Krahe y el alcalde Londres, entre otros- hacía años que habíamos abrazado la biblia de Karl Popper “La sociedad abierta y sus enemigos”, donde se insiste en que no se debe ser tolerante con el intolerante.
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(1) La Tate Gallery de Londres retiró –para no causar reacciones tras los atentados de Londres- una instalación del artista de vanguardia John Latham en la que se representaban el Koran, la Biblia y el Talmud hechos jirones. Meses antes y para no ofender a los musulmanes, un museo de Goteborg (Suecia) retiró una pintura con un motivo sexual y una cita del Korán. Item más, el mismo viñetista que representó a Mahoma con una bomba por turbante, había dibujado a Cristo en la cruz con un signo del dólar en los ojos y una estrella de David unida a un detonador. Huelga decir que habida cuenta de que la ley del embudo de los cobardes pilla a Cristo en la parte más estrecha, afortunadamente no se quemaron embajadas, ni hubo amenazas de muerte ni, por supuesto, víctimas.

(2) En nuestro país, Krahe y sus amigos -partidarios del sostenella y no enmendalla-, se enrocaron en el insulto y lejos de pedir disculpas, poco menos que exigieron que se las pidieran a ellos. Igualitos que el no menos iluminado de Iñigo Ramírez de Haro, otro valiente que tras ser criticado por su obra “Me cago en Dios”, dijo que no pensaban achantarse “ante la amenaza clerical” y proclamó que era víctima de la censura. ¡Lástima de una representación teatral suya en Gaza o en Ramala para poder alabar la libertad de expresión y la ausencia de censura en esos, sus países modelo!
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Cómo es el polémico video

La polémica y trascendental aportación planetaria a la historia universal de la cultura, por el que se acaba de juzgar y absolver a Javier Krahe, está recogida en un portento de imaginación audiovisual que dura 2:15 segundos. Una voz en off va amenizando el manejo de un crucifijo sobre el que se va diciendo que sus estigmas pueden mecharse con tocino –¡qué gran idea, para hacerlo con algo musulman!-, y que la talla debe desencostrarse con agua tibia antes de meterse, camino del horno, en una fuente con lecho de cebolla. Al Cristo se lo embadurna con abundante mantequilla, tal y como refiere la voz de fondo; y una vez salpimentado se le agregan finas hierbas. Y ahora viene lo bueno: se deja en un horno durante 3 días… “al cabo de los cuales sale completamente solo”. El video finaliza con el consejo final: “Sírvase sobre su cruz, adornado con naranja, lechuga y rabanito” y una última imagen en la que se ve cómo la mano del cocinero coge un tenedor y un cuchillo, y los clava en el cuerpo del Cristo.